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Malos modales

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Sí, ya lo sé, te parecerá alucinante que en un blog de salud, de alimentación y de bacterias, redacte un artículo sobre la mala educación. Sinceramente, a mí también. Me ha costado mucho decidirme pero me he dicho

«¿No es tu sitio de expresión?… pues adelante Antonio, escribe lo que te venga en gana y expresa lo que piensas de este tema».

Llevo muchos meses (qué digo meses, años) observando al personal. Observo al personal de la casa donde vivo, observo al personal de mi trabajo, en el autobús, en el Metro (vivo en Madrid), por la calle… por todas partes. Y he de reconocer que debo hacer un gran esfuerzo para comprender y un mayor esfuerzo para que no me afecte lo que veo día a día. Por poner un ejemplo, voy a relatar lo que sería un día normal en mi vida. No sólo me ocurre a mí, porque he contrastado esto con familia, amigos y conocidos.

7:30 am, el día que bajo en el ascensor: yo vivo en una planta 12 y es normal que el ascensor se pare en las plantas intermedias. Pues es muy normal que llamen el ascensor, pero al ver que baja alguien en él, no lo abran. Yo entiendo que no deseen hablar con nadie, a mí también me ocurre, pero al menos, saluda y discúlpate diciendo que no bajas.

7:30 am, otro día que bajo por las escaleras, para hacer un poco de ejercicio: me cruzo con un vecino que está saliendo de su casa con su perro, así que digo «¡Buenos días!»… mientras continuo bajando. El silencio por respuesta. Me paro e insisto, a un par de metros de distancia, «Buenos días», y solo el perro me hace caso, porque el vecino se dirige al ascensor como si fuera autista. Lo reconozco, se me revuelve el alma, y he de seguir bajando las escaleras haciéndome juicios de todo tipo y justificaciones «no te ha oído, tiene un mal día, está dormido, no te ha visto, anoche fumó un canuto, ha dormido dos horas, está cabreado, tiene problemas…» en fin… buena  manera de empezar el día, me digo.

7:45, parada del bus. En ella se encuentran las dos o tres personas de todos los días. Al «hola» de entrada corresponden de mala manera un par de ellas, que musitan entre dientes, como si fuera un gran esfuerzo, un saludo desganado. Los que miran a otro sitio, o llevan puestos los auriculares, no se sienten obligados por supuesto. Yo siempre he procurado ponerme los auriculares allí donde sé que ya no me van a saludar, por si acaso. El autobús arranca y se tiene que parar para dejar entrar a un rezagado, que sube y ni le da las gracias al conductor (¿para qué). Benditos conductores de la EMT de Madrid, que tienen que soportar a un ganado indescriptible. También hay pasajeros educados, pero los menos, lamentablemente.

8:30, llego al trabajo, fichamos unos cuantos y nos saludamos. Pues unos corresponden y otros no. Y no es aleatorio, no. Todo depende de la jerarquía. Si tú saludas a otros que se creen (o están) en un lugar superior de la jerarquía, es muy probable que te miren y no correspondan al saludo. Yo trabajo en unas dependencias del Ministerio de Hacienda y esto está aquí muy arraigado. Los altos cargos no saludan más que a los de su nivel. Si eres muy insistente, pueden contestarte, de mala gana, alguna vez. Sinceramente, yo no comprendo a qué se debe esta actitud. La he analizado mucho, he llegado a pensar que cuando recibieron el curso de formación les dijeron que era una actitud recomendable puesto que, saludar a inferiores, puede dar lugar a malos entendidos y se puede estropear la cadena de poder. He concluido que es una actitud de defensa y de mantenimiento del ego. Bien, el caso es que recibirás contestación en función de la diferencia de nivel y también de la diferencia de edad: si tienen mucho más nivel no te saludan, y si tienen mucha menos edad, ni te miran, y si confluyen las dos circunstancias, ni te cuento.

8:30, dentro de mi unidad, donde tratan conmigo todos los días, no hay ningún problema… así hasta el momento de bajar a tomar un café.

11:30, ratito del café, se repite lo que acabo de decir, si te cruzas en los ascensores con compañeros de cierto nivel, puedes intentar saludar, pero no esperes que te contesten. Menos mal que existen los otros, los que son educados para mantenerme con el ánimo levantado.

Buenos modales

 

UN DÍA LE INSISTÍ A UNO, MIENTRAS FICHÁBAMOS

Un día. mientras fichaba, apareció a mi lado un compañero y le saludé…»hola, buenos días». La callada por respuesta.

Mientras él fichaba, le insistí, y le llamé por su nombre, «oye, que te he saludado…» y no tuvo más remedio que contestarme, y me dijo… «Hola, …es que desde que estudié las oposiciones, me meto mucho en mí mismo, y me resulta difícil interactuar con los demás…». Bueno, al menos se dió cuenta, se disculpó y supo explicarse. Lo di por bueno.

Pero esta situación se repite al menos en cinco ocasiones cada día y en ningún caso hay explicación de ningún tipo.

No soy el único al que le pasan estas cosas, pues mis compañeros relatan continuamente situaciones similares y, ante esto, cabe hacerse las siguientes reflexiones:

  • ¿Es la sociedad actual más individualista que la de hace unas décadas?
  • ¿Es la sociedad actual menos educada que hace unas décadas?
  • ¿Es la gente de Madrid, o de las grandes ciudades, más autista, que la de otros sitios más pequeños?
  • ¿Depende esta actitud del estrés, de las preocupaciones, de la ambición personal?
  • ¿Depende esta actitud de las redes sociales, es decir, influirá el hecho de que trabajemos frente a pantallas?
  • ¿Está afectando a la salud mental dicho trabajo, y se manifestará en la capacidad de interactuar como seres humanos sin mayores pretensiones?
  • ¿Afecta a la salud en general encontrarte diariamente con personas autistas?

Iré respondiéndome yo mismo a cada una de estas cuestiones planteadas…

 

¿Es la sociedad actual más individualista que la de hace unas décadas?

Creo que la sociedad actual es más individualista cada año que pasa. Es verdad que se promueven valores como la cooperación, la ayuda humanitaria, etc… pero pienso que todos esos valores no valen de nada si no se acompañan de un sincero aprecio por el prójimo, cuando no de un desarrollado amor por el ser humano. Y eso no lo veo. Sí veo un desarrollado amor por aquellos que cumplen los estándares «correctos», es decir por los que son similares a aquellos que muestran cada día más los medios de comunicación (vamos, altos, jóvenes, guapos y simpáticos). Si no, nada de nada. Me da miedo hacerme viejo en una sociedad en la que los ancianos no valen nada, salvo que tengan dinero y poder con los que comprar atención, cariño y respeto.

La sociedad actual ha ido educando a sus hijos en la alta competitividad en el colegio, pasar a tus compañeros por encima, porque se reparten las buenas calificaciones y te tienes que llevar todas. Todo el país ayudando a sus hijos a hacer los deberes en casa, tiene que pasar factura: un gran fracaso escolar, una clase docente desalentada porque el nivel escolar se adquiere con la ayuda de los padres y de los profesores particulares… Eso produce individualismo y egoísmo.

 

¿Es la sociedad actual menos educada que la de hace unas décadas?

En la sociedad actual, mediante la TV y otros medios masivos, se potencia la grosería, lo incorrecto, la ignorancia. Todo ello, frente a los buenos modales, y la verdadera educación, y cultura. En una sociedad en la que solo se potencian esos valores en la familia (y en algunas) mientras que los medios públicos fomentan lo contrario, ¿qué papel tiene el educar en actitudes correctas de respeto al otro?… Para eso servía entre otras cosas la asignatura de Filosofía que se han encargado unos y otros de quitar de en medio. Porque la educación, el respeto al otro (el saludar en la escalera) está íntimamente relacionado con la Regla de Oro o el Imperativo Categórico de Kant:

Obra de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda servir de principio de legislación universal

O dicho de otro modo, trata a los demás como desearías que te trataran a ti. Estas cosas antes las enseñaba la ética, la filosofía y la religión. Ahora, en una sociedad en la que estos tres elementos han ido desapareciendo, no las enseña más que una familia que conserve esos valores. Pocas personas buscan esto de forma autodidacta o natural. Por eso deben ser enseñados en la educación. Y no soy del PP.

 

¿Es la gente de Madrid, o de las grandes ciudades, más autista, que la de otros sitios más pequeños?

No lo sé. Pero tengo la tendencia a pensar que sí. Conozco varios sitios distintos a Madrid, con menos gente, menos prisa, menos transportes, y creo que en general la gente es más feliz en ellos. Fíjate que me he ido del autismo a la felicidad, y es porque no creo que sean autistas, es que simplemente están protegiéndose de los demás. Creo que esa actitud autista o robótica, es un tipo de protección, que yo mismo he tenido que usar a menudo. Gafas de sol, para ver menos, y que te reconozcan lo menos posible, auriculares en los oídos y un móvil delante de la cara para que los ojos se fijen en él, y no en el entorno. ¿Qué significa que tantas personas, sobre todo mujeres, caminen con el móvil encendido, mientras buscan de forma incansable vete a saber qué interesantes cosas?… significa que tienen miedo a mirar hacia fuera. Esa actitud de mirar el móvil se da en todas partes, pero sobre todo en las grandes ciudades, porque se tiene miedo a cruzar la mirada y que ocurra algo (que no te vean) desagradable.

 

¿Depende esta actitud del estrés, de las preocupaciones, de la ambición personal?

Creo que depende sobre todo de la presión que soporta cada uno. Presión laboral, expectativas de carrera, personales, de pareja… sexuales incluso. Se podría decir que la competencia es muy fuerte y que uno está sometido al descrédito con mucha facilidad. Yo nunca he estado en esa situación, la verdad, pero sospecho que a la mayoría le parecería un fracaso que le consideraran menos, «menos» lo que sea… y se quedara fuera de las oportunidades. Por eso la presión de grupo es tan fuerte. Y eso provoca mucho estrés y muchas preocupaciones. Y no digamos mientras uno está en el mercado sexual. En fin, que hay que dar el tipo y no saludar a cualquiera, porque de eso depende la posición en la que uno se encuentra.

 

¿Depende esta actitud de las redes sociales, es decir, influirá el hecho de que trabajemos frente a pantallas?

Por supuesto, porque la gente se está acostumbrando, vía Facebook y similares, a mostrar su mejor pose, pero a elegir sus amigos (los que le aplauden) y a aplaudir a aquellos que son sus mejores ejemplos de éxito. O sea, a ti, que me acabo de cruzar en el ascensor, y no estás en la lista de amistades seleccionadas, no es que no te salude, es que no te veo. Así no es la vida. Algo similar a esto sucedió en la vida de Buda: su padre le quiso apartar de la fealdad, de la vejez, de la enfermedad (una especie de Facebook hindú) para que solo apreciase lo bueno de la existencia, pero él se encontró con un viejo en un ascensor un día. Y claro, no lo soportó.

Las redes sociales nos hacen autistas porque lo que vemos no es real, porque lo que seleccionamos es una proyección de nuestros deseos y porque la vida, gracias a Dios, es mucho más variada que lo que estas proponen. La vida no es una pantalla.

 

¿Está afectando a la salud mental dicho trabajo, y se manifestará en la capacidad de interactuar como seres humanos sin mayores pretensiones?

El trabajo en o frente a los ordenadores es poco saludable. En primer lugar por la inmovilidad. Conozco muchas personas que ya no pueden estar paradas frente a una pantalla, porque les provoca un tipo de alergia a la inmovilidad. Por eso se llenan los gimnasios y las calles están llenas de gente corriendo. Pero en segundo lugar porque termina provocando obsesión y compulsión. Y no digamos en los informáticos, porque estos, además, tienen que programar y eso es un añadido más a modificar el carácter. No es lo mismo trabajar con otros seres humanos que trabajar frente a máquinas o pantallas. Las respuestas y los hábitos se uniformizan, pierden variedad y plasticidad. Se olvida poco a poco a tratar con personas. El síndrome de los jovenzuelos que pasan muchas horas frente a los ordenadores, se extiende a toda la población, y sus efectos se manifiestan en algo similar al autismo.

 

¿Afecta a la salud en general encontrarte diariamente con personas autistas?

Es decir, el efecto pernicioso de ese autismo o individualismo provoca a su vez que todos los demás nos aislemos. Sin duda… porque no es plato de gusto encontrarte cada día con multitud de personas con problemas de relación y con actitudes huidizas y groseras. Y esto hace que todos nos volvamos así un poco más cada día. Por eso debemos ser muy conscientes de qué ocurre, para contrarrestar el efecto pernicioso.

¿Qué hacer?…

Creo que lo principal es ser conscientes y afrontar con valentía el día a día. Dar oportunidades a todos aquellos que se comporten como autistas, pero hacerles saber, a la primera oportunidad, que uno sigue ahí, dispuesto a decir «hola» y alguna cosa más si se tercia, con objeto de sacarles de su autismo. Y dejar de ver la TV, pasar menos horas frente al ordenador (yo ya he pasado mucho tiempo aquí para escribir este artículo) y ponerse en la puerta de casa a ver pasar a los vecinos y decirles algo agradable a cada uno de ellos. Que se acostumbren a verte cada día y a oírte saludar…

¿Recuerdas cuando en Madrid se sacaban las sillas a la calle para charlar por la noche?… De eso no hace tanto tiempo, mis abuelos tenían una farmacia en la Avenida de Felipe II y recuerdo ser yo un niño y ver cómo se organizaban tertulias en las noches de guardia en verano, entre los vecinos, los clientes, mi familia… todo eso se ha perdido, pero se puede recuperar, si hacemos un esfuerzo y somos un poco conscientes.

Un saludo afectuoso.

 

 

 

 

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10 Comentarios

  1. Qué bien que te tomes el tiempo de hablar de estos temas. Me gusta mucho tu blog, muy bien informado y muy exhaustivo en cada tema tratado. Además aprecio este artículo y otros de este estilo que se salen de la temática general, valoro mucho que des tu visión y comparto tu vivencia. También sucede algo parecido donde vivo (Buenos Aires, Argentina): ya no nos saludamos. Yo hago el esfuerzo, soy muy tímida pero me parece que vale la pena. Sobre todo porque cuando no lo hago, por el motivo que sea (y me veo reconocida en varios de los de tu ejemplos) y alguien me da lo buenos días logra cambiarme el humor para bien. Gracias por todos tus artículos y en especial esta entrega. Andrea

    • Andrea, creo que cada vez hay más tendencia a la introspección y se fomenta menos el saludo y los actos de urbanidad. Pero no está mal darse cuenta de ello, y probar a hacer lo contrario de los demás. Seguramente, en la mayoría de los casos, esa educación será bienvenida.

      Gracias.

  2. Ostras, lo que dices de no saludar me enerva. Soy de un pueblito, aldea más bien, y aunque allí viví sólo 8 años de mi vida (y otros muchos veraneando) aprendí los modales básicos: saludas a todo aquél con el que te encuentres.

    Pues no estoy yo flipando y encabronándome de unos dos años a esta parte, cuando en la misma aldea, ahora la gente no saluda. No saludan porque no me conocen, algo impensable cuando yo era pequeña, donde yo saludaba a todo el mundo, a pesar de conocer a la mitad. Los ves, es una persona, se merece un saludo. Entiendo que los nuevos vecinos vienen de ciudades (Barcelona en su mayoría) y que no han sido educados en el ambiente que yo, pero juro que si esta verano me paso lo mismo, suelto un comentario. Es que si quitan una de las cosas buenas que tiene un pueblo, ¿qué nos queda?

    Me indigna también porque da la sensación de que no soy digna de su saludo. :-S

    • Lo que dices de no saludar en el campo yo también lo he notado. A mí también me enseñaron que, en el campo, cuando te cruzas con alguien a quien no conoces, hay que saludar. En los últimos años me he encontrado con la situación de que hay mucha gente que no lo hace. Pero yo me planteo, si hay muchos que en mi vecindad (edificio de pisos de Madrid) no dicen nada cuando se cruzan con alguien en el ascensor, en el portal, en zonas comunes… ¿qué podemos esperar que hagan en el campo?. Mi explicación es que eso ya no se enseña y siempre fue necesario hacerlo.

  3. No soy de pueblo, soy de una ciudad mediana. No soy tímido aunque sí poco sociable. Sin embargo cuando empecé a ir en tren a la universidad a mis casi 18 añitos, en esos asientos apretados en los que iba frente a otras dos personas, me salia siempre un espontáneo saludo. En mi inocencia, lo que para los demás era un tedioso, monótono y repetitivo viaje para mi era un poco una aventura que emprendíamos juntos y aunque no tenia la necesidad de entablar ninguna conversación, sí me parecía necesario saludar. Tras los meses y años, repetición y monotonía, me di cuenta de lo tedioso que resultaría si tuviese que saludar a cada persona que se sienta delante. En un solo día en el tren, bus, trabajo nos cruzaremos con tanta gente, a veces solamente un instante, y simplemente te acostumbras a no saludar, a no molestar. Luego eso ya lo llevas contigo siempre.

    • Por supuesto Javi. Yo he llegado a la misma conclusión, aunque se trate de los vecinos de la casa, o los compañeros de trabajo. ¿Es un tema de economizar energía?… te aseguro que yo he reflexionado mucho sobre este particular desde que escribí el artículo. Ahora estoy más próximo a ti que a la idea que me dominaba al hacerlo. Para esto sirve un blog, entre otras cosas =)

      • Sí, economizar y también que, así como uno se puede ofender si no le saludan, a veces piensas que lo contrario puede suceder, que se molesten si saludas. Economizar, protegerse, precaución… hemos llegado a darle la vuelta, a creer que la buena educación es no saludar…

        • A esa conclusión he llegado yo también hace poco: que saludar «violenta» depende en qué sitio se haga y, por tanto, es de buena educación no hacerlo. ¿Estamos locos?

  4. La Humanidad es un grado cada vez más difícil de alcanzar. Haz lo que te salga de dentro, pero mejor no dar importancia a las respuestas de los demás. A veces el autista o el antipático está metido en su problema y su reacción no tiene nada que ver contigo. Y sí, ocurre más en las poblaciones grandes. Un abrazo.

    • Gracias Lucía; mira, para mí estas interacciones más o menos desagradables son siempre oportunidades para aprender de mí. Soy consciente de que muchas de esas personas se manifiestan como reflejos de uno mismo. A veces lo llevo mejor, y otras, peor.

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